La esperanza de ver a Pink Floyd reunido de nuevo se ha desvanecido, quizás de forma definitiva, con las recientes declaraciones de David Gilmour. El legendario guitarrista ha sido tajante: la posibilidad de volver a compartir escenario con Roger Waters es nula, citando diferencias irreconciliables que van más allá de lo musical. Además, como Gilmour ha señalado previamente, la muerte del tecladista fundador Rick Wright en 2008 hace que la cuestión de una reunión completa sea, en esencia, irrelevante.
Aunque la última vez que los íconos del rock progresivo se reunieron fue en el Live 8 en 2005, aquel encuentro ya mostraba la fractura. Gilmour, en retrospectiva, siempre vio a Waters —quien abandonó la banda en 1985 e inició una notoria batalla legal contra el grupo— más como un “invitado” que como un miembro de pleno derecho. Las décadas de rencor han cimentado una distancia que, según Gilmour, no tiene marcha atrás.
El veto definitivo de Gilmour
En una reciente entrevista conjunta con su esposa y colaboradora lírica, Polly Samson, para The Telegraph, a Gilmour se le preguntó directamente si había algo que pudiera descongelar las relaciones y permitirles tocar juntos una vez más. Su respuesta fue concisa y definitiva:
“Nada. No hay ninguna forma posible de que yo haga eso.”
Este rechazo categórico subraya la profundidad del conflicto. Aunque las tensiones entre Gilmour y Waters son históricas, el hielo proverbial se ha hecho mucho más grueso en los últimos años, impulsado en gran medida por la incursión de Waters en temas políticos controvertidos y la reacción pública de Samson.
Polly samson entra en el conflicto
Polly Samson, letrista en la carrera solista de Gilmour y en algunos trabajos de Pink Floyd, se convirtió en una crítica vocal de Waters en febrero de 2023. A través de un tuit implacable, lo etiquetó de “antisemita” hasta el “núcleo podrido”, además de un “apologista de Putin y un megalómano mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, que hace lip-synching y misógino”.
Gilmour respaldó sin reservas las duras palabras de su esposa, afirmando que “Cada palabra [era] demostrablemente cierta”.
Waters, por su parte, refutó las declaraciones de Samson, calificándolas de “incendiarias y salvajemente inexactas”, comentarios que surgieron a raíz de una entrevista en la que Waters parecía elogiar el liderazgo del presidente ruso Vladimir Putin y criticaba al entonces presidente de EE. UU., Joe Biden.
Samson explicó que su motivación para hacer la declaración pública era simple: evitar confusiones. Pink Floyd, a menudo percibida como una banda con miembros menos expuestos individualmente que otros grupos de rock, generaba situaciones incómodas para ella.
“La razón por la que lo hice fue porque Pink Floyd es una banda bastante sin rostro. Dondequiera que iba, existía la posibilidad de que la gente pensara que estaba casada con el que decía cosas así. Y no fue una gran sensación. Yo solo quería trazar una línea y dejar claro que no eran puntos de vista sostenidos por mí o por la persona con la que estaba casada.”
El legado inmutable y el futuro solista
A pesar del amargo cisma, Gilmour reconoce la inmensa contribución de Waters al éxito monumental de Pink Floyd, especialmente su talento como compositor y narrador en álbumes icónicos como Animals y The Wall. Sin embargo, su deseo de dejar el pasado atrás es evidente. La banda, bajo el liderazgo compartido de Gilmour y Waters, no solo sobrevivió a la partida del fundador Syd Barrett, sino que alcanzó la cima del rock mundial, consolidando a Gilmour como uno de los más grandes guitar heroes de todos los tiempos.
La postura actual de Gilmour es de paz y enfoque en su carrera personal, lejos del circo mediático y logístico que implicaría una gira de reunión en estadios. Como declaró previamente a Guitar Player, está en paz con todos los aspectos de su carrera, pero:
“Absolutamente no quiero volver. No quiero ir a tocar a estadios. Soy libre de hacer exactamente lo que quiero y cómo quiero hacerlo.”
Esta libertad se materializa en su trabajo solista. Gilmour, que ya ha teorizado sobre por qué las guitarras vintage suenan mejor que las modernas, está inmerso en la promoción de su último álbum, Luck and Strange, el cual él mismo considera su mejor obra en medio siglo. Además, ya ha delineado un cronograma para su siguiente LP, buscando acortar los largos períodos entre lanzamientos en solitario. La puerta de Pink Floyd está cerrada, no por la música, sino por la profunda incompatibilidad personal y política. El legado de la banda perdura, pero su futuro se escribe solo a través de la historia y el catálogo discográfico, no en un nuevo escenario junto a Roger Waters.
Visto en: www.guitarplayer.com

