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David Gilmour revela el origen de los clásicos de Pink Floyd

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La historia del rock está llena de momentos en los que el público se convierte en el primer testigo de lo que serán himnos atemporales. Uno de esos momentos icónicos ocurrió en junio de 1974, cuando Pink Floyd se embarcó en una gira que no solo marcó un avance tecnológico con la introducción de su ya característica pantalla de video circular, sino que también sirvió como laboratorio para su música futura.

A poco más de un año del lanzamiento de The Dark Side of the Moon, el grupo británico ya estaba probando nuevo material. Piezas monumentales como una versión temprana de “Shine on You Crazy Diamond” (que se convertiría en el corazón de Wish You Were Here en 1975) y “Raving and Drooling” (que evolucionaría a “Sheep”) resonaron por primera vez en directo. Más tarde se uniría “You’ve Got to Be Crazy”, precursora de “Dogs”. Lo fascinante es que estos dos últimos temas fueron escuchados por el público años antes de que pudieran comprarlos en el álbum Animals de 1977.

El arte de la preproducción en el escenario

David Gilmour, en una reciente entrevista, nos ofrece una mirada íntima a cómo estas complejas composiciones tomaron forma. Este método de usar el escenario como sala de ensayo era un riesgo, pero funcionó a la perfección con la ambición del rock progresivo de la época.

“Esas canciones se unieron en una pequeña sala de ensayo,” recuerda Gilmour. Y añade un detalle crucial sobre el proceso de conceptualización de Wish You Were Here: “Roger [Waters] quería dividir ‘Shine on You Crazy Diamond’ en dos y convertirla en la pieza central del siguiente álbum. Yo no estaba muy dispuesto [a aceptar eso] al principio, pero ya sabes, estas cosas son habituales, estas pequeñas discusiones. Pero él tenía razón, y continuamos con eso. Y las otras dos llegaron a Animals a su debido tiempo, un par de años después.”

La decisión de Roger Waters de estructurar “Shine on You Crazy Diamond” como un tributo épico a Syd Barrett, dividiéndola en nueve partes que abrían y cerraban el álbum, resultó ser una genialidad. Este enfoque no solo proporcionó el anclaje emocional que necesitaba el disco, sino que también demostró la capacidad del grupo para evolucionar más allá de la sombra de Dark Side of the Moon. La gira de 1974, por lo tanto, no fue solo una serie de conciertos, sino una incubadora de dos de los álbumes conceptuales más importantes de la década de 1970.

El método del urraca: acumulando ideas brillantes

Si bien esa era de composición colectiva en Pink Floyd es cosa del pasado, Gilmour subraya que el proceso de evolución musical sigue siendo fundamental en su trabajo en solitario. Él mismo se considera una especie de “urraca” creativa, almacenando fragmentos musicales y grabaciones sin terminar, esperando el momento adecuado para darles vida. Este método se evidenció poderosamente en su último trabajo, Luck and Strange (2024).

La génesis del tema principal de Luck and Strange se remonta a una sesión no convencional de 2007 conocida como “Barn Jam”. En esa época, Gilmour reunió a su banda de gira, incluyendo al fallecido Richard Wright, en un granero para simplemente improvisar. “Almaceno todo como una urraca, lo guardo en algún lugar y me olvido de ello,” confiesa Gilmour. “A veces reviso archivos antiguos y encuentro algo que no he escuchado en años.”

Este proceso de redescubrimiento es clave. Una vieja chispa puede convertirse en el esqueleto de una nueva canción, demostrando que para Gilmour, la música nunca está realmente terminada, solo en pausa. La música nacida de ese Barn Jam, que contó con la presencia de su viejo compañero de teclados, Richard Wright, finalmente se materializó casi dos décadas después, sirviendo como testimonio de la paciencia y el rigor que pone en cada proyecto.

Celebrando el presente: el concierto en el Circus Maximus

Tras una breve y muy esperada serie de conciertos de presentación para Luck and Strange, Gilmour está celebrando esta etapa con un nuevo lanzamiento en vivo: The Luck and Strange Concerts, acompañado por el film Live at the Circus Maximus. Ambos estarán disponibles a partir del 17 de octubre en diversos formatos.

La elección del Circus Maximus en Roma para este concierto no es casual. Tocar en este antiguo y monumental estadio, con miles de años de historia, otorga una atmósfera única y una resonancia épica a la interpretación de clásicos como “Sorrow” y el material de su nuevo álbum. Estos lanzamientos permiten a los fans revivir la magia de su actual banda de gira, consolidando la reputación de Gilmour no solo como un guitarrista trascendental, sino como un artista que entiende perfectamente cómo la historia y la tecnología deben unirse para crear una experiencia musical inmersiva.

Gilmour continúa demostrando que la evolución constante, ya sea refinando un fragmento de 1974 o rescatando una improvisación de 2007, es la clave para mantener su arte vibrante y relevante. Su capacidad para mirar hacia atrás y encontrar oro en las viejas ideas asegura que su legado siga creciendo.

Visto en: ultimateclassicrock.com

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