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Steve Morse revela su frustración creativa en Deep Purple

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Steve Morse ostenta un récord significativo: fue el guitarrista con el mandato más largo en la historia de Deep Purple, superando las dos décadas y media de servicio (1994-2022). Sin embargo, a pesar de su longevidad y su indiscutible maestría técnica, el impacto creativo que tuvo en los gigantes del rock británico fue considerablemente menor de lo que muchos podrían imaginar.

Cuando Morse se unió a la banda en 1994, reemplazó al legendario miembro fundador Ritchie Blackmore, quien había abandonado el grupo para formar Rainbow y que había regresado brevemente en la década de 1990. Deep Purple había recurrido previamente a Joe Satriani para una gira de transición, y si bien el dominio del diapasón de Morse lo convirtió en una fuerza imparable en el escenario, su voz como compositor se vio sistemáticamente silenciada.

La dictadura del 95%: ideas descartadas

La tensión entre su estilo de fusión progresiva, forjado en bandas como Dixie Dregs, y el sonido clásico de Deep Purple se hizo evidente en las sesiones de composición. Morse relata la frustrante dinámica interna a MusicRadar:

“Mi trabajo con Purple se convirtió en aportar ideas para las sesiones de composición, y quizás una de cada 20 se usaba. El noventa y cinco por ciento de las veces escuchaba: ‘Eso no va a funcionar’”.

Este testimonio revela la enorme presión que existía para mantener una identidad sonora clásica, una identidad que había sido cimentada por la formación Mark II (Gillan, Blackmore, Lord, Paice, Glover). Los miembros restantes, especialmente aquellos que habían vivido la era dorada del hard rock, se mostraban reacios a desviarse demasiado de la fórmula probada que les había dado himnos como ‘Smoke on the Water’ y ‘Highway Star’. Morse se encontró en una posición donde su trabajo principal era el de un ejecutor brillante, no el de un arquitecto musical.

Jon Lord: el espíritu afín que valoró la innovación

A pesar del conservadurismo general, Morse encontró un aliado crucial en el teclista Jon Lord, un verdadero pionero cuya habilidad para fusionar el rock con elementos clásicos ya era legendaria. Lord, a diferencia de otros, se mostró abierto a las propuestas del guitarrista estadounidense.

Morse recuerda la diferencia que supuso su presencia:

“Jon era el tipo que escuchaba mis ideas y les agregaba algo reflexivamente, en lugar de simplemente decir: ‘Eso no suena como Purple’. Cuando Jon estaba cerca, escuchaba algo y decía: ‘Eso es un poco atípico, pero ¿qué pasa si hacemos esto?’ Y él lo tocaría con un ligero giro”.

El guitarrista narra un momento clave durante la composición de Purpendicular (1996), el primer álbum con Morse. Mientras el resto de la banda hacía una pausa para tomar té, Morse siguió tocando. Lord dejó su taza, se giró y le dijo: “Ah, ahí hay algo”. Este tipo de validación era vital, demostrando que Lord entendía la necesidad de evolucionar, aunque fuera de forma sutil, en contraste con la postura más rígida del vocalista Ian Gillan y el bajista Roger Glover.

Ritchie Blackmore y la crítica al virtuosismo de cabeza

La resistencia a la creatividad de Morse puede entenderse mejor si consideramos las opiniones de su predecesor. Ritchie Blackmore, la figura cuya sombra planeó sobre Morse durante casi tres décadas, nunca ocultó su escepticismo sobre el virtuosismo puramente técnico.

En un video de 2018, Blackmore hizo una distinción entre los músicos que tocan “desde la cabeza” y aquellos que lo hacen “desde el corazón”, colocando a Morse y Satriani en la primera categoría:

“Joe Satriani es un músico brillante, pero nunca lo veo realmente buscando notas. Nunca lo escucho tocar una nota incorrecta… Pero si siempre estás tocando las notas correctas, hay algo mal; no estás buscando, no estás tratando de alcanzar nada. Es lo mismo con Steve Morse, un músico fantástico”.

Blackmore concluyó diciendo: “Yo prefiero a un músico de ‘corazón’. Si escucho a alguien muy técnico corriendo arriba y abajo por el diapasón, puedo escucharlo durante un par de minutos, luego empiezo a aburrirme”.

Si bien Blackmore elogiaba el talento técnico de Morse, implícitamente definía el sonido de Deep Purple como algo más visceral y menos calculado, una filosofía que chocaba directamente con el estilo meticuloso y progresivo de Morse. Esta crítica, aunque no dirigida directamente a su rol en Purple, encapsula la mentalidad conservadora que el guitarrista enfrentó.

El legado compositivo bajo presión

La larga permanencia de Morse en Deep Purple fue un acto de malabarismo. Logró proporcionar a la banda la estabilidad que tanto necesitaba después de la tumultuosa segunda salida de Blackmore, y lo hizo sin sacrificar la calidad de las interpretaciones en vivo. De hecho, los álbumes que grabó, como Purpendicular y Bananas (2003), fueron bien recibidos por ofrecer un toque moderno, aunque siempre anclado en la tradición del hard rock.

A pesar de la frustración por la proporción de ideas rechazadas (95%), las ideas que sí se utilizaron, a menudo filtradas por el ingenio de Jon Lord, definieron una nueva era para la banda. La habilidad de Morse para adaptarse y su compromiso con la banda (incluso llegando a modificar su instrumento para tocar con una muñeca rota o lidiar con la artritis, como se ha reportado) demostraron su profesionalismo inquebrantable. Su papel no fue el de un revolucionario, sino el de un estabilizador brillante, cuyo virtuosismo garantizó que Deep Purple mantuviera su estatus de leyenda del rock durante casi tres décadas más. Recientemente, Morse dejó la banda en 2022 para cuidar de su esposa, poniendo fin a una era de 28 años de servicio.

Visto en: www.guitarplayer.com

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