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Alan Parsons vs. IA: La lucha por la integridad musical

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Alan Parsons, el legendario ingeniero de sonido que cimentó su fama trabajando con gigantes como The Beatles y Pink Floyd antes de fundar su propia banda, The Alan Parsons Project, se enfrenta a una nueva batalla en la era digital: la suplantación de identidad. Recientemente, Parsons lanzó una severa advertencia contra lo que él llama «estafadores sin escrúpulos» que están utilizando su nombre para publicar música falsa en plataformas de streaming.

El músico expresó su frustración ante el descaro de estos impostores en una publicación en redes sociales, señalando que están cosechando reproducciones y atención bajo su identidad. La situación no solo afecta sus ingresos, sino la integridad de su carrera, que ha tardado décadas en construir.

«Han estado acumulando reproducciones, atención y posiblemente incluso invitaciones a tomar el té bajo mi nombre», escribió Parsons. «Estas infracciones descaradas no tienen absolutamente nada que ver conmigo.»

En un tono de incredulidad, el ingeniero musical dejó claro que la música fraudulenta no es resultado de su trabajo en absoluto:

«No he lanzado estas canciones, autorizado estas canciones, tarareado estas canciones, ni siquiera me he sentado accidentalmente en un teclado y se me ha ocurrido algo parecido a estas canciones.»

El legado de un maestro del sonido

La importancia de Alan Parsons en la historia del rock clásico es indiscutible. Antes de The Alan Parsons Project, Parsons fue un ingeniero de sonido de vanguardia. Su talento contribuyó a definir el sonido de una generación, destacándose su participación en el icónico Abbey Road de The Beatles y, de manera crucial, en el monumental Dark Side of the Moon de Pink Floyd (1973).

En Dark Side of the Moon, Parsons no solo operó la mesa de mezclas, sino que fue fundamental en la experimentación con efectos de sonido, técnicas de grabación y la innovadora mezcla cuadrafónica. El álbum no habría alcanzado su estatus legendario sin su meticulosa atención al detalle técnico, ganándose una nominación al Grammy por su trabajo. Además de estos hitos, Parsons también trabajó con Paul McCartney en Red Rose Speedway y con Al Stewart en Year of the Cat, demostrando una versatilidad que abarcaba distintos géneros musicales.

Fundado junto a Eric Woolfson (quien lamentablemente falleció en 2009 a causa de cáncer de riñón), The Alan Parsons Project se distinguió por ser un colectivo musical centrado en álbumes conceptuales, lanzando siete LPs consecutivos que alcanzaron el Top 40 en Estados Unidos. Su mayor éxito, el álbum certificado platino de 1982, Eye in the Sky, incluía la canción homónima que se convirtió en un éxito mundial.

La marea creciente de la suplantación digital

El problema que enfrenta Parsons no es un incidente aislado; es un síntoma de un fenómeno creciente en la era del streaming y la inteligencia artificial (IA). Parsons se une a una lista cada vez mayor de artistas, como Toto (cuyo guitarrista Steve Lukather tuvo que contactar personalmente a los servicios de streaming para eliminar un instrumental falso), que ven cómo su identidad artística es explotada por algoritmos y estafadores.

«Vivimos en un momento extraño, en el que un impostor puede escribir una melodía, o hacer que una tostadora la escriba por él, poner mi nombre como artista, y luego hacer que un algoritmo sin rostro le dé vida», reflexiona Parsons. El músico admira la eficiencia de la tecnología, pero lamenta que esa misma eficiencia se esté usando para socavar el trabajo de los músicos.

Las plataformas como Spotify han reconocido la magnitud del problema y han comenzado a tomar medidas drásticas, lanzando campañas para eliminar canciones «spam» generadas por IA, llegando a reportar la eliminación de hasta 75 millones de pistas. Sin embargo, como demuestra el caso de Parsons, estos filtros no son infalibles, y las canciones falsas siguen colándose.

Un llamado a apoyar a los artistas «gloriosamente humanos»

La preocupación de Parsons va más allá de la pérdida de ingresos; se trata de la dilución de la identidad artística en un mercado saturado por el contenido robótico y la falsedad. «Esta payasada no solo confunde a los oyentes, sino que diluye el talento de esos artistas, confunde su identidad y erosiona la integridad que lleva años, o en mi caso, décadas, construir», explica.

Parsons, a sus 75 años (cumplidos en diciembre), hace un llamado directo a sus seguidores y a los melómanos para que verifiquen el origen de la música que escuchan. Su tono, aunque profesional, mantiene un humor característico:

«Pasé la mayor parte de mi vida encontrando mi voz en la industria musical, y me gustaría mantenerla humana, muchas gracias». Continuó: «Animo a todos a verificar la fuente de la música que están escuchando y a apoyar a los artistas reales, que caminan, hablan y comen ‘crumpets’. Todavía estamos aquí, tal vez un poco arrugados, pero gloriosamente humanos.»

Concluyendo su declaración, Parsons resume su sentir con una dosis de ironía dirigida a los responsables:

«No estoy enfadado; eso lo reservo para la gente que calienta pescado en el microondas en el trabajo. Solo estoy… espectacularmente poco impresionado. Y mi mensaje a los estafadores responsables de este escandaloso suceso: espero que su próxima actualización de software instale una conciencia.»

Visto en: ultimateclassicrock.com

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