La invención de la relic’d guitar, esa guitarra intencionalmente envejecida y maltratada, siempre ha sido un tema de debate entre los entusiastas del instrumento. Si bien la Fender Custom Shop suele llevarse el crédito por popularizar la práctica, la historia nos revela un origen mucho más crudo y explosivo. Hablamos de una tarde gloriosamente desquiciada en el patio trasero de una casa, protagonizada por el legendario músico de rock progresivo Adrian Belew y el maestro de las pastillas, Seymour Duncan.
Belew ha compartido recientemente fotografías inéditas de ese día histórico, dándole a los fans una mirada única a lo que podría ser uno de los primeros trabajos de relicing jamás intentados. Y no fue un proceso delicado; fue un auténtico ritual de destrucción.
El ritual del fuego de seymour duncan y adrian belew
El protagonista de esta anécdota es una Stratocaster Sunburst de 285 dólares, recién comprada por Belew. Lejos de tratarla con el cuidado que se le exige a un instrumento nuevo, Belew y Duncan se dispusieron a recrear de golpe décadas de abuso en el escenario y desgaste. Lo que siguió fue un caos creativo.
En una publicación de Instagram, Belew relata el brutal tratamiento al que sometieron el instrumento:
“Seymour Duncan me acaba de enviar estas geniales fotos del día en que él y yo (principalmente él) apaleamos y quemamos la Strat de 285 dólares que acababa de comprar. Debe haber sido uno de los primeros ejemplos de ‘relic-ing’ de una guitarra.”
El método, tal como lo describe el músico, era cualquier cosa menos ortodoxo. El proceso de “envejecimiento” comenzó con el instrumento puesto en el césped, rociado con líquido para encendedores, y luego: “¡Puf! El ritual del relic-ing comenzó. Cuando terminamos de acuchillarla con destornilladores, rociarle manchas de pintura, arrastrarla por el patio y golpearla contra la entrada, la colgamos en un árbol.”
Al día siguiente, Belew llevó la Stratocaster ya «madurada» a un ensayo con Frank Zappa. La respuesta de Zappa, conocida por su ingenio cáustico, fue la cereza del pastel:
“Si querías arruinar tu guitarra, Adrian, ¿por qué no se la prestaste a un amigo?”
El nacimiento de una industria controversial
Aunque el incidente de Belew y Duncan fue caótico e improvisado, marcó el inicio conceptual de una técnica que hoy es una subindustria multimillonaria. El relicing moderno, popularizado por marcas como Fender y Gibson, es, irónicamente, un proceso meticulosamente planificado. Se trata de replicar de forma artística y controlada los patrones de desgaste que solo el tiempo, el sudor y los miles de conciertos pueden producir.
Pero, ¿por qué alguien pagaría más por una guitarra que parece destrozada? Los defensores del relicing argumentan que un instrumento desgastado no solo es estéticamente atractivo, sino que también ofrece una mejor sensación al tocar. Las capas de laca gruesa y brillante de una guitarra nueva pueden sentirse “pegajosas”, mientras que el cuello de una relic’d, que ha sido lijado o raspado hasta la madera, es más suave y rápido.
A finales de los 90, la Fender Custom Shop, con figuras clave en el envejecimiento de instrumentos como Vince Cunetto, perfeccionó la técnica, observando meticulosamente fotografías históricas y guitarras vintage para replicar con precisión dónde se acumularía el desgaste (generalmente en las esquinas, cerca de los bordes del cuerpo y en el reverso del mástil).
Caos versus perfección: la dificultad del relicing
La cita de Max Gutnik, Director de Producto de Fender, subraya la ironía: la gente cree que el relicing es simple, pero es un arte difícil de dominar. En la actualidad, el proceso añade horas intensivas de trabajo a la fabricación de la guitarra.
“Intentar que el relicing no parezca uniforme es realmente importante. Los procesos que utilizamos han mejorado muchísimo: quieres la sensación y el aspecto de una guitarra rodada, ¡pero no quieres que nada esté realmente roto! Así que seguimos mejorando ese proceso, la laca y la pintura…”
Para lograr esa pátina natural y no uniforme, los luthiers profesionales utilizan una variedad de técnicas que van mucho más allá de las que Duncan y Belew emplearon con el líquido de encendedor. Esto incluye el checking (crear grietas finas en el acabado de nitrocelulosa, a menudo mediante ciclos rápidos de frío y calor), el lijado selectivo y la oxidación controlada de las piezas de metal. La clave es la sutileza; la diferencia entre una guitarra que parece vintage y una que parece simplemente dañada.
Desde el acto de destrucción espontánea de Belew hasta la precisión microscópica de la Custom Shop, la historia de la relic’d guitar es un testimonio de cómo la imperfección se ha convertido en la forma más deseada de arte en el mundo de la música. Es el reconocimiento de que la historia, aunque se consiga con fuego y destornilladores, añade un valor incalculable.
Visto en: www.guitar.com

