Steve Morse, una leyenda viva del rock progresivo y el virtuosismo instrumental, nunca ha permitido que los obstáculos físicos definan su carrera. El actual tour con la Steve Morse Band lo ha encontrado, una vez más, batallando contra serios problemas, específicamente la artritis en su muñeca derecha (la mano de la púa). Lejos de retirarse, Morse ha recurrido a una vieja táctica: la modificación radical de su equipo y su estilo de ejecución.
Esta resiliencia no es casual; es la marca de un músico que ha dedicado décadas a desafiar los límites, encontrando soluciones técnicas donde otros solo verían la obligación de parar. Su historia sirve de inspiración no solo para guitarristas, sino para cualquier artista profesional que enfrente el desgaste físico inherente a una larga carrera.
La batalla sin cartílago
A principios de este año, en una entrevista reveladora con Rick Beato, el exguitarrista de Dixie Dregs, Kansas y Deep Purple, compartió la gravedad de su condición. La práctica incansable y las giras lo han llevado a una dolorosa realidad: ya no tiene cartílago en la muñeca de su mano derecha. Esta situación no solo implica dolor crónico, sino una seria amenaza para su capacidad de tocar a la velocidad y precisión por las que es famoso.
El músico relató cómo el dolor era tan intenso que lo llevó a buscar ayuda profesional. Sin embargo, la respuesta que recibió de un médico deportivo fue desoladora, llegando al punto de ser, según sus palabras, «prácticamente objeto de burla en la consulta». Morse considera que el médico no comprendía la demanda física extrema de su profesión. Este incidente, lejos de desanimarlo, reforzó su determinación. Como él mismo afirmó:
“En lugar de rendirme y morir, yo digo: ‘No, todavía quiero tocar’.”
Para seguir adelante, Morse ha tenido que repensar fundamentalmente cómo interactúa con su instrumento. Esto incluyó adaptar su técnica de púa para minimizar la tensión en la muñeca y, crucialmente, modificar su guitarra. Actualmente utiliza sus conocimientos para seguir tocando y disfrutando de la música a pesar de su lucha constante. Este enfoque proactivo es un testimonio del espíritu innovador que lo ha caracterizado desde sus inicios.
Cuando un skateboard detuvo la mano izquierda
Lo más fascinante es que este no es el primer gran reto físico que Morse ha superado mediante la alteración de su equipo. Retrocedamos un cuarto de siglo, al verano del año 2000. Mientras se divertía con un skateboard, Morse sufrió una caída y se fracturó la muñeca izquierda. El momento no podría haber sido peor: tenía una inminente gira de Deep Purple, donde además estaban programados los Dixie Dregs como teloneros. Morse tenía que cumplir doble jornada nocturna.
En lugar de cancelar o limitarse a los acordes básicos, Morse planificó su recuperación y rendimiento con astucia. Solicitó a su osteópata un yeso que inhibiera lo menos posible su movimiento en el mástil. Pero el yeso seguía siendo un obstáculo físico evidente para alcanzar las notas más altas del diapasón, esenciales para sus solos.
Una visita al taller con herramientas pesadas
La solución que adoptó Morse fue tan audaz como permanente. Steve Morse tomó su modelo de firma, la Ernie Ball Music Man Steve Morse, y la sometió a una cirugía mayor. Según reveló a MusicRadar, el cambio fue casi invisible para el público, pero vital para su rendimiento. Para poder deslizar la mano por la parte trasera del mástil a pesar del yeso, Morse tomó una herramienta de amolar (un grinder) y atacó el talón de la guitarra, el punto de unión entre el mástil y el cuerpo. Esto se hizo para crear un contorno más suave y accesible.
Como explicó él mismo:
“No podía alcanzar algunas de las notas en el mástil con el yeso puesto. Así que conseguí una amoladora y corté el talón para facilitar eso.”
Y no se detuvo ahí. El mástil de la guitarra suele estar unido al cuerpo mediante una placa de acero (el neck plate). Morse también se deshizo de cualquier impedimento que pudiera raspar o entorpecer el movimiento lateral:
«Quité la placa de acero y también la lijé,”
confirmó el músico. El resultado fue una ergonomía modificada que le permitió ejecutar sus famosos solos sin perder el tempo o la tesitura. El metraje de la actuación de Deep Purple en Montreux ese año demuestra que, a pesar de la lesión, la fluidez en los trastes superiores estaba intacta.
La trayectoria de un innovador técnico
La voluntad de Morse de modificar su equipo data de mucho antes. Su inclinación por la “cirugía de guitarras” comenzó incluso antes de la adolescencia. Su primera modificación de equipo significativo, de hecho, la realizó en su Stratocaster. En 2012, Morse relató a MusicRadar cómo, siendo un niño de 11 o 12 años, tuvo que adaptar su instrumento para un pedal de efectos primitivo.
El pedal era un preamplificador operado por batería, un tipo de fuzz box incipiente. El problema era el jack de entrada empotrado de la guitarra, que no permitía la conexión del nuevo aparato. La solución de Morse fue improvisada y audaz: tomó una pieza metálica de una caja de enchufes, le perforó un agujero y montó allí el jack.
“El fuzz sonó bastante bien, debo decir,”
comentó, recordando su satisfacción juvenil. Esta mentalidad, que prioriza la funcionalidad y la capacidad de expresión por encima de la pureza de fábrica del instrumento, es lo que ha mantenido a Steve Morse en la cima. Ya sea lidiando con la agonía de la artritis o la limitación de un hueso roto, la respuesta de Morse siempre ha sido la misma: no rendirse, sino adaptarse y transformar el instrumento para servir a su arte. Su ingenio es, sin duda, una de las claves de su perdurable éxito.
Visto en: www.guitarplayer.com

