Pink Floyd sigue siendo una de las bandas más veneradas e influyentes del rock, manteniéndose en la rotación constante de aficionados a la música alrededor del mundo. Sin embargo, para aquellos que sueñan con una reunión que junte de nuevo a sus miembros principales, David Gilmour ha sido categórico: no sucederá, al menos mientras Roger Waters siga siendo parte de la ecuación.
La relación entre Gilmour y Waters, tensa desde la amarga salida de Waters de la banda en 1985, ha alcanzado un nuevo punto de no retorno debido a profundas diferencias ideológicas y políticas. Gilmour manifestó su postura de forma inequívoca el año pasado, confirmando que la grieta es permanente.
El rencor político y personal
El conflicto va mucho más allá de las disputas creativas que caracterizaron sus años de gloria. Hoy, el desacuerdo se centra en las posturas políticas de Roger Waters, quien ha sido acusado de apoyar al presidente Vladimir Putin en medio de la invasión rusa a Ucrania. De hecho, en 2023, Waters fue invitado por el gobierno ruso a dirigirse al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a través de un enlace de video, un movimiento que solidificó la brecha política con sus antiguos compañeros de banda y con gran parte de la comunidad artística occidental.
David Gilmour ha sido muy claro sobre las razones de su rechazo absoluto a volver a compartir escenario con Waters. En una declaración contundente, Gilmour afirmó que “absolutamente no” volvería a tocar con Waters, y añadió que “tiendo a mantenerme alejado de las personas que apoyan activamente a dictadores genocidas y autocráticos.”
La esposa de Gilmour, Polly Samson, también ha expresado públicamente su oposición a Waters, utilizando palabras extremadamente duras en febrero de 2023 en la plataforma X (anteriormente Twitter). Su mensaje incendiario no dejó lugar a dudas sobre el sentir del círculo cercano de Gilmour:
“Lamentablemente, Roger Waters, eres antisemita hasta la médula. También un apologista de Putin y un mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, que hace playback, misógino, enfermo de envidia y megalómano. Basta ya de tus tonterías.”
Estas acusaciones graves marcan la dimensión personal y política que ha hecho que una reunión de Pink Floyd, que ya era improbable, sea ahora prácticamente imposible. La salida original de Waters en 1985 fue judicialmente complicada, culminando en un acuerdo que permitió a Gilmour y Nick Mason continuar usando el nombre Pink Floyd, dejando claro que la paz nunca ha sido una opción permanente para estos gigantes del rock.
El legado post-waters y la visión de polly samson
Tras la salida de Waters, Pink Floyd continuó con Gilmour y Mason, lanzando álbumes exitosos como A Momentary Lapse of Reason (1987) y The Division Bell (1994). Polly Samson se involucró profesionalmente con la banda tras la partida de Waters, contribuyendo con gran parte de las letras de The Division Bell. Este álbum de 1994 marcó una nueva era para la banda, aunque no estuvo exenta de críticas por parte de los puristas.
En una entrevista reciente con The Telegraph, junto a su esposo, Samson reflexionó sobre su rol y las dificultades que enfrentó. Reveló que inicialmente se negó a buscar créditos de composición, atribuyendo parte de esta decisión a una “misoginia internalizada”, y sugiriendo que también influyó el temor a la reacción de los fans de Waters, quienes la culpaban de la separación de la banda.
Samson describe el ambiente entre la base de seguidores como profundamente dividido, utilizando una analogía familiar para describir la tensión entre Waters y Gilmour:
“Los fans de Pink Floyd en ese momento eran una comunidad muy dividida. Quiero decir, quieren que mamá y papá ya no estén divorciados.”
Y añadió sobre cómo se sintió percibida al unirse a la banda: “Yo era como una especie de amante que se había ido y se había llevado a papá de mamá.”
Gilmour, por su parte, reconoció la dificultad del entorno en el que Polly se incorporó al proceso creativo. Él describió a Pink Floyd a mediados de los 90 como “todavía un club de chicos muy misógino.” Este comentario expone una capa de la dinámica interna del grupo que raramente se discute, sugiriendo que la partida de Waters no eliminó todas las tensiones estructurales dentro de la banda.
Gilmour admitió que no hizo todo lo posible para proteger a su esposa de las críticas y el ambiente tóxico: “No creo que haya hecho lo mejor. No creo que haya hecho lo suficiente para protegerla de esa manera, pero lo superamos.”
¿Prog rock o no prog rock?
En otras declaraciones recientes, David Gilmour ofreció una perspectiva interesante sobre la clasificación musical de Pink Floyd. Aunque la banda es universalmente etiquetada como la quintaesencia del rock progresivo, Gilmour nunca ha estado completamente de acuerdo con esta descripción. Esto añade un matiz más al análisis de su carrera.
Para Gilmour, el concepto de «rock progresivo» está reservado para músicos con un virtuosismo técnico muy específico, un rasgo que él no siente que definiera completamente a Pink Floyd, a pesar de sus complejas estructuras y sus conceptuales álbumes. Él comentó: “Para mí, el rock progresivo son músicos muy serios que realmente pueden hacer lo suyo.”
Si bien Pink Floyd comparte elementos cruciales con el género (uso extensivo de sintetizadores, composiciones largas y temáticas conceptuales como las de The Wall o Dark Side of the Moon), Gilmour parece ubicar a la banda en un espacio más atmosférico y menos centrado en la exhibición instrumental pura que caracteriza a bandas como Yes o Emerson, Lake & Palmer. Esta distinción, aunque sutil, subraya cómo incluso los propios artistas a veces rechazan las etiquetas con las que la crítica y el público los encasillan.
En conclusión, mientras Pink Floyd sigue vendiendo millones de discos y su música resuena en nuevas generaciones, la posibilidad de ver a David Gilmour y Roger Waters juntos en el escenario es nula. Las heridas políticas y personales son demasiado profundas, confirmando que la separación de «mamá y papá» es definitiva.
Visto en: www.guitar.com