A veces, la opinión pública eleva una canción a alturas que sus propios creadores jamás imaginaron. Tenemos el ejemplo de Scott Gorham de Thin Lizzy, quien admitió nunca ver «The Boys Are Back in Town» como un sencillo hasta que los DJs americanos la pusieron en rotación intensa. De manera similar, y quizás con el caso más famoso en la historia del rock, Brian May ha revelado que al inicio, ni él ni el resto de Queen pensaron que «Bohemian Rhapsody» fuera algo extraordinario.
La obra magna de seis minutos de Freddie Mercury, que abarca desde balada hasta ópera y hard rock, se ha convertido en una piedra angular de la música moderna. Sin embargo, para los miembros de Queen, este viaje épico no fue un desvío, sino simplemente la continuación natural de un camino que ya habían trazado en sus primeros álbumes.
Más ópera que rhapsody: la complejidad de los primeros años
Brian May insiste en que al interior de la banda había un entendimiento de que este tipo de composición elaborada era su estándar, no una excepción.
“La gente tiene muchas dificultades para entender lo poco sorprendente que fue ‘Bohemian Rhapsody’ para nosotros”
dice May. Y tiene un punto fuerte. Si se revisa el primer álbum de la banda, lanzado en 1973, ya se encuentra «My Fairy King», una pieza de siete minutos acreditada a Mercury que exhibe una compleja estructura narrativa y una armonía vocal que presagia lo que vendría después. Esta canción sentó las bases para el enfoque dramático y teatral que Queen adoptaría.
Pero May apunta a otra composición anterior que, según él, supera en complejidad incluso a «Bohemian Rhapsody»: «March of the Black Queen», del álbum Queen II de 1974. Esta pieza es un frenético crisol de cambios de tempo, diferentes claves y múltiples secciones que fluyen y se detienen abruptamente. Es un claro ejemplo de la ambición musical que el grupo ya manejaba mucho antes del éxito de 1975.
“’March of the Black Queen’ es mucho más complicada. Así que ‘Bohemian Rhapsody’ no fue una sorpresa para nosotros. Fue solo: ‘Haremos otra de estas cosas’”, explica el astro de la Red Special.
Roy thomas baker: el hombre que entendió la visión
La diferencia clave, según May, radica en la visión del productor, Roy Thomas Baker, quien logró elevar la visión de Mercury al siguiente nivel. Baker no solo era un productor talentoso, sino que poseía una experiencia inusual que lo conectó instantáneamente con la idea operística de Freddie.
Baker reveló a Sound on Sound en 1995 su reacción inicial al escuchar la idea de la canción:
“Me reuní con Freddie en su apartamento de Kensington. Se sentó a su piano y dijo: ‘Me gustaría tocarte una canción en la que estoy trabajando’. Tocó un poco y luego se detuvo de repente, diciendo: ‘Aquí es donde entra la sección de ópera’. Ambos rompimos a reír”.
Afortunadamente, Baker había trabajado anteriormente con la Compañía de Ópera D’Oyly Carte en Decca, lo que le dio una comprensión profunda sobre la forma en que se acentúan las voces en la ópera. Esto lo convirtió en una de las pocas personas en el mundo capaces de comprender y ejecutar la loca visión de Freddie.
El proceso de grabación fue legendario, llevando a los límites la tecnología de la época. Se grabaron y superpusieron más de 180 pistas vocales (utilizando cintas de 24 pistas, lo que requirió la constante manipulación de la cinta master), creando ese famoso coro «Galileo» que se ha mantenido irrepetible. El baterista Roger Taylor relata el sentimiento de audacia que tenían en el estudio:
“Mientras construíamos la parte de ópera, nos volvíamos cada vez más salvajes. ‘Ponle un poco más, ponle otra parte, todo estará bien cuando llegue a la sección pesada’. Y así fue. Estábamos plantando nuestra bandera en el suelo: ‘Esto somos realmente nosotros, es un poco loco pero lo tiene todo’”.
El riff antinatural
La creación de la canción enteramente en un piano, y no en una guitarra eléctrica, generó desafíos únicos para Brian May, incluso medio siglo después de su lanzamiento. May no solo tuvo que grabar uno de los solos más icónicos del rock, sino también un riff que, irónicamente, no se sentía natural para un guitarrista.
May lo describió como una espada de doble filo, reconociendo que le otorga a la canción un carácter único, pero al mismo tiempo presenta dificultades técnicas significativas.
It’s the most unnatural riff to play you could possibly imagine
Brian May
“Es el riff más antinatural que puedas imaginar. No es un riff que un guitarrista tocaría de forma natural. Para ser honesto, ¡todavía no me resulta fácil! Puedo tocarlo bien en casa, pero en el fragor de la batalla, cuando lo tocamos en vivo, y hay una gran adrenalina, es el clímax del espectáculo, y llega ese riff, no es lo más fácil de tocar”, confesó May, refiriéndose al exigente pasaje del interludio de hard rock.
A pesar de sus recientes problemas de salud, incluyendo un derrame cerebral, Brian May sigue activo. Aunque ha sugerido que sus días de giras han quedado atrás, recientemente realizó una aparición sorpresa en Coachella junto a Benson Boone, demostrando que su pasión por la música sigue intacta. Además, Queen ha manifestado su interés en una residencia en la futurista Sphere de Las Vegas. Curiosamente, a principios de este año, May lanzó su primera guitarra acústica signature, una Gibson SJ-200, con un emotivo tributo grabado para su difunto compañero, Freddie Mercury.
Visto en: www.guitarplayer.com